Joder, otro fin de semana igual de jodido. Que joda.

Sentir que te ayudas a ti mismo al recibir los problemas de los demás en formato de terapia ha sido lo que me ha hecho encontrar mi vocación de psicólogo terapeuta el error más grande en mi año pasado. Mejor conocido como “el año más ondeado a la ferga”. Caigo en cuenta de éste “problema» al tener un probete, una síntesis, un vaisa del año pasado en un solo día. Ayer.

Llega la persona que se desahogaba conmigo, el vaquero machista, conservador con ataques de ira, ansiedad y lujuria. La historia no es distinta y yo accedo a manejar al aeropuerto y recibirlo en el murciégalo III (mi automóvil, un sedán del año 2012) en dónde trato de ser un hombre nuevo, el que voltea a los ojos, escucha y dice lo que siente. El que no piensa de más, no se cae al piso cuando lo contradicen, el que intenta y no se intimada. Como dice el rapero que le gusta a mi amigo, lo estoy intentando.
Ese hombre nuevo llegó pero nunca se dejó escuchar. Recibí la crónica completa de como el campo y tres meses lo habían convertido en el casi über hombre que dice ser. Lo vi tan maduro, sensato y con los pies más clavados en la tierra que una cabeza de avestruz a las 3:33 am. Yo lo veía felíz, con muchos problemas que solucionar, pero al menos ya los tenía. Los problemas empiezan a desvanecer cuando los descubres.  Nunca le dije lo que me hizo sentir durante ese año y no pienso hacerlo. El decirlo sería una puñeta mental para mí, la cual debe quedarse en mi cabeza. El trabajo purifica y la vida sin drama es realmente vida.

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